En un contexto desafiante, el gobierno se enfrenta a una semana crucial marcada por la revelación de los datos de inflación de mayo y la incertidumbre sobre los fondos del FMI. Si bien se espera que la inflación ronde el 9%, su confirmación siempre supone una mala noticia. Sin embargo, la menor inflación registrada en la ciudad de Buenos Aires (7.5%) brinda un rayo de esperanza de que los resultados no sean tan adversos.
Por otro lado, parece alejarse la posibilidad de que el FMI pueda proporcionar los dólares solicitados por el Ministerio de Economía para mantener bajo control los dólares financieros. A pesar de la intervención del Banco Central, los mercados de futuro experimentaron un aumento en todas sus posiciones a partir de agosto.
En este contexto, un informe del Bank of America para la región proyecta que el dólar oficial alcance los 514 pesos argentinos a finales de año y 621 pesos para marzo de 2024. Además, se estima que el dólar blue alcance los 899 pesos argentinos a finales de diciembre y 993 pesos para marzo de 2024.
Es importante destacar que estas estimaciones son más pesimistas que las proyecciones realizadas por los inversores de dólar futuro, quienes ven la divisa en 496.50 pesos argentinos hacia finales de año. Sin embargo, la intervención del Banco Central el jueves, con una inyección de 2.450 millones de dólares, podría haber influido en la reducción de este precio, que anteriormente se situaba en 500 pesos. Es necesario destacar que la brecha proyectada para finales de año sería del 75%, lo que implicaría una devaluación significativa.
La segunda mitad de junio se presenta como un desafío, ya que el gobierno debe hacer frente a pagos al FMI por un total de 2.628 millones de dólares y 900 millones de dólares en bonos de deuda externa el 9 de julio. Si no se reciben fondos del FMI a tiempo, las reservas se verán afectadas y el Banco Central no podrá mantener su capacidad de intervención.
Los pagos al FMI están programados para el 21 y 22 de junio, pero existe la posibilidad de posponerlos hasta fin de mes con el fin de recibir los 4.000 millones de dólares que el organismo tiene retenidos. Sin estos fondos, el pago se vuelve imposible, especialmente considerando que el Banco Central se ha convertido en un vendedor diario de reservas después de haber terminado con la liquidación del dólar soja. Además, se debe tener en cuenta la salida diaria promedio de 18 millones de dólares por retiros de depósitos en dólares de individuos y empresas, así como los pagos de energía y la caída del yuan, que continuó el viernes.
Según Anker Latinoamérica, la consultora de Luis Caputo, el Banco Central habría vendido alrededor de 1.000/1.100 millones de dólares en el período de poco más de un mes desde el 25 de abril hasta la semana pasada para intervenir en el mercado cambiario. Además, se estima que se vendieron entre 1.700 y 2.000 millones de dólares de valor nominal en bonos AL30, absorbiendo 650.000 millones de pesos mediante ambos mecanismos.
En los últimos tres días, coincidiendo con el final de la liquidación del dólar soja y la menor liquidación de la agroindustria, el Banco Central vendió poco más de 180 millones de dólares en el Mercado Único Libre de Cambios (MULC). Con reservas netas negativas cercanas a los 1.000 millones de dólares, enfrentar el aumento en la demanda de cobertura preelectoral representa un desafío considerable si no se logra una recuperación sustancial en las reservas líquidas. El posible adelantamiento de parte de los desembolsos del FMI este año implicaría exigencias en el ámbito cambiario que proyectarían un aumento en la acumulación de reservas.
La semana que se avecina será clave para el gobierno, ya que los datos de inflación y los desafíos financieros determinarán el rumbo de la economía en los próximos meses.