Con las bajas temperaturas registradas en los últimos días en Córdoba, muchas personas recurren a diversas formas de calefacción para mantener sus hogares cálidos. Sin embargo, este aumento en el uso de ciertos aparatos de calefacción, incrementa el riesgo de intoxicación por monóxido de carbono, un gas tóxico que puede liberarse de estufas, calefones, braseros, y otros equipos de combustión.
Para prevenir estas tragedias, los detectores de monóxido de carbono se han convertido en una herramienta útil. Estos dispositivos ofrecen una advertencia temprana ante la presencia de este gas peligroso.
En el mercado, los precios de los detectores de monóxido de carbono varían según sus características y funcionalidades. Los modelos más económicos se pueden encontrar en un rango de $11.000 a $45.000. Por otro lado, existen detectores más avanzados que también detectan gas natural y envasado. Estos modelos más sofisticados pueden costar entre $79.000 y $186.000, ofreciendo una protección más amplia y completa para el hogar.
El funcionamiento de estos dispositivos se basa en cuatro factores principales:
- Detección del Gas: Equipados con sensores sensibles, los detectores pueden identificar la presencia de monóxido de carbono en el aire. Cuando el monóxido de carbono entra en contacto con el sensor, genera una señal eléctrica proporcional a la concentración de gas presente.
- Conversión de Señal: La señal eléctrica generada por el sensor se envía a un circuito interno dentro del detector, donde se procesa y convierte en una señal que puede ser interpretada por el usuario.
- Alarma: Si la concentración de monóxido de carbono supera un nivel seguro preestablecido, el detector activa una alarma sonora o visual para alertar a los ocupantes del lugar.
- Fuentes de Alimentación: Los detectores pueden funcionar con baterías, lo que los hace portátiles y fáciles de colocar en cualquier parte de la casa, o pueden estar conectados a la red eléctrica, siendo instalados en ubicaciones fijas.