En el último mes, la estimación nacional de la cosecha de trigo sufrió una significativa caída del 6%, según informó la Bolsa de Comercio de Rosario (BCR), pasando de 14,3 a 13,5 millones de toneladas. Este descenso en la producción de trigo, que marca la segunda peor cosecha de los últimos 8 años, tendrá un impacto directo en la liquidación de divisas del sector agropecuario en los próximos meses, en un momento en el que el Banco Central enfrenta una escasez de reservas.
Con un avance del 10%, equivalente a 550.000 hectáreas cosechadas, se registró “ajustes negativos” en el rinde estimado del trigo, que descendió de 28,3 a 26,4 quintales por hectárea.
Factores como la persistente sequía hasta finales de octubre, las heladas tardías y la posible influencia de enfermedades fúngicas después de las lluvias, generó un alto nivel de incertidumbre sobre el resultado final de la presente campaña, según señaló la entidad santafesina.
A pesar de los esfuerzos realizados para que la producción de trigo superara los 17 millones de toneladas, una sequía prolongada de casi 3 años y 10 meses impidió la recuperación del cultivo. En Córdoba, a pesar de haberse aumentado el área sembrada en 100.000 hectáreas, se observó un descenso en el rendimiento, pasando de 22,3 a 18,5 quintales por hectárea.
En contraste, se observó un acelerado proceso de siembra de soja en la última semana, especialmente en la región central del país, tras las recientes tormentas. Se espera que al finalizar la semana se alcance la siembra de 1,9 millones de hectáreas, lo que representa un 11% de las 17,4 millones previstas para el ciclo 2023/24.
La condición del maíz experimentó una notable mejoría con las últimas lluvias, alcanzando un avance del 27% en la siembra nacional, con 2,3 millones de hectáreas implantadas sobre un total de 8,5 millones previstas. Se proyecta una producción del cereal de 56 millones de toneladas, en comparación con los 36 millones de la campaña pasada, considerando un escenario normal y contemplando que 7 millones de hectáreas serían destinadas al cultivo de grano.
Esta perspectiva positiva en la producción de maíz augura un horizonte productivo más alentador, con un aumento significativo en la cosecha en comparación con el ciclo anterior.