Luego de tomar conocimiento de una denuncia que alertaba sobre la caza furtiva de ñandúes, personal de Policía Ambiental (Ministerio de Coordinación) y de la Policía Rural de Villa Tulumba (Policía de la Provincia) allanaron cinco domicilios en la zona rural de la localidad de Las Arrias y encontraron a los responsables.
Antes de ingresar a las viviendas, se realizó un trabajo de inteligencia e investigación para poder expedir las órdenes de allanamiento correspondiente en el Juzgado de Paz. Una vez obtenida esta documentación se coordinó un gran operativo para controlar en simultáneo todas las propiedades y evitar que se fugaran los infractores.
“Recibimos una denuncia que nos alertaba de una caza furtiva de animales protegidos, investigamos los domicilios de los cazadores y articulamos un control conjunto con la Policía Rural de Tulumba”, expresó Adrián Rinaudo, secretario de Policía Ambiental.
En relación al pronto accionar y trabajo mancomunado con fuerzas de seguridad el funcionario explicó: “Siempre que tenemos que realizar estos operativos de gran magnitud, y que el éxito del control requiere una logística especial, los articulamos con efectivos policiales o alguna fuerza de seguridad local. Ellos conocen mejor el lugar y son quienes deben secuestrar el armamento en caso que no cuente con documentación”.
En la primera vivienda, los agentes detectaron un peludo congelado y un ñandú vivo. Mientras que en el segundo y tercero, hallaron más de seis kilos de carne producto de la caza de estos animales que se encuentran protegidos por las leyes de fauna por ser una especie silvestre. En esta última propiedad también había armas sin documentación.
En el cuarto domicilio, no encontraron productos de caza ni animales vivos, pero sí detectaron más armas sin documentación que quedaron secuestradas por la Policía Rural. Finalmente, en la última vivienda había vísceras de ñandú y seis aves silvestres de menor porte con siete tramperos y dos jaulas.
Las reinamoras, vira vira y cardenal copete rojo fueron trasladadas a la reserva de la localidad de Casa Grande, Tatú Carreta, para su examen y cuarentena sanitaria. En tanto, el ñandú detectado en el primer domicilio quedó en el lugar bajo la figura de depositario fiel, en donde el propietario tiene la obligación de garantizar el bienestar del animal hasta que sea reubicado.
Los elementos secuestrados de la caza furtiva deben ser desnaturalizados y por ello, en esta oportunidad, se pusieron a disposición del Tatú Carreta para que sirva de alimento de otros animales alojados en la institución producto de los controles de fauna que realiza la repartición.