En medio de un panorama económico incierto y en vísperas de elecciones en Argentina, el precio del tomate experimentó un incremento sin precedentes, llevando el costo de este producto básico a niveles que dejó atónitos a los consumidores. Con valores oscilando entre $1.500 y $3.000 por kilo en diversas regiones del país, la adquisición de tomates convirtió en un desafío financiero para el consumidor promedio.
La disparada de precios se atribuye a factores estacionales y a particularidades del mercado. Este fenómeno provocó que el tomate, que solía ser un ingrediente fundamental en la dieta diaria, ahora sea considerado “prohibitivo” para la elaboración de ensaladas o como acompañamiento en sándwiches.
En la provincia de Córdoba, por ejemplo, se reporta una amplia variabilidad en los precios del tomate, oscilando entre $1.200 y $2.500 por kilo. La situación se agrava con informes que señalan que en la última semana, el precio alcanzó la cifra de $3.000 por kilogramo. Esta abrupta alza se atribuye en parte al bajo stock con el que cuentan los productores, fenómeno explicado por la presencia del “virus rugoso”.
Mariano Winograd, ingeniero agrónomo y empresario Pyme fruti-hortícola, explicó que el “virus rugoso” afecta a las plantas, generando síntomas como manchas marrones en los frutos, deformaciones, pérdida de calidad y una reducción en la producción. Aunque asegura que este virus no representa un peligro para los consumidores, su impacto en la oferta de tomates ha sido significativo.
No obstante, tranquilizó a los consumidores al afirmar que el precio del tomate está empezando a descender con el aumento de la producción y la disminución en las ventas debido a los elevados costos. Su consejo es diversificar la dieta, destacando que existen innumerables alternativas para la preparación de ensaladas y que todas las frutas y hortalizas son sustituibles, ya que existen diversas calidades y tamaños en el mercado.