En los últimos años, la noción de consumir insectos dejó de ser una mera curiosidad televisiva para transformarse en una posible solución ante los retos alimenticios que enfrenta el mundo. La Organización para la Alimentación y la Agricultura de la ONU (FAO) ha propuesto la inclusión de insectos en la dieta humana debido a su elevado contenido proteico y nutrientes equiparables a los alimentos de origen animal.
Esta alternativa surge en respuesta al aumento demográfico y la creciente urbanización, factores que desencadenaron una crisis alimentaria a escala global. Desde una perspectiva ecológica, los insectos presentan ventajas notables: son altamente eficientes en el uso del agua y emiten bajos niveles de gases de efecto invernadero.
Además, la producción de insectos requiere una fracción de los recursos necesarios para la cría de animales convencionales. En Argentina, ya se han establecido más de 40 instalaciones de cría piloto de insectos, según un reporte de la Red de Seguridad Alimentaria del Conicet. No obstante, la comercialización de productos insectívoros aún no está regulada en el país.
La cámara Argentina de productores de insectos para consumo humano y animal (CAPICHA) está colaborando activamente con el servicio nacional de sanidad y calidad agroalimentaria (SENASA) para establecer regulaciones que permitan la comercialización de productos basados en insectos.
La demanda de fuentes proteicas no convencionales está en alza y las empresas argentinas están desplegando creatividad para incorporar insectos en la alimentación diaria. A nivel mundial, empresas de la talla de Knorr iniciaron campañas para promover el consumo de insectos, demostrando cómo pueden ser parte integral de las comidas cotidianas.
Pese a estos avances, datos provenientes de una encuesta realizada en Argentina sugieren que aún persiste cierta reticencia entre los consumidores. Según la investigadora Désirée Lenz, un 42% de los encuestados se muestra reacio al consumo de insectos, mientras que un 38% se encuentra indeciso.
Si bien los insectos podrían no estar completamente preparados para reemplazar los platos tradicionales, parece evidente que el mundo se encamina hacia un futuro en el que estos diminutos seres podrían constituir una fuente valiosa y sostenible de alimento para la humanidad.