El pollo siempre ha sido el as bajo la manga para muchas familias cuando el precio de la carne se veía afectado por aumentos desmedidos. Sin embargo, durante el último tiempo, este también ha sufrido una suba en su valor final.
Ahora bien, ¿A qué se debe? La gran ola de calor que se pudo percibir en gran parte del país afectó varias producciones, reflejando un alza de aproximadamente el 36% en cuestión de días.
Las atípicas temperaturas experimentadas durante marzo, según Roberto Domenech, titular del Centro de Empresas Procesadoras Avícolas (CEPA) fueron el detonante principal “El valor de este verano, y especialmente de los últimos 30 días, ha sido extremo. Más allá de los sistemas de refrigeración que se pueden utilizar, se incorpora la restricción en la oferta de alimentos durante el día. Eso conduce a la falta de peso y disponibilidad de ‘pollo chico’, el pollo grande sube de precio por escasez y en parte arrastra al otro”.
En síntesis, el pollo no engorda lo suficiente porque no se le da demasiado alimento para no exponerlo a un infarto por exceso de calor. “Es común hacer esto en verano por períodos de dos o tres días, no durante 25 o 30 días como este año”, sigue Domenech.
A su vez, también tiene el impulso de la inflación y el crecimiento en el precio de la carne y del cerdo.