José de San Martín murió hace 170 años en Europa, lejos de la América del Sur. Figura erigida como emblema de la Nación, por casi todos los colores políticos, de quien mucho se habla pero sobre quien pocas veces se profundiza. Por eso, tres historiadores indagan en su pensamiento político, en especial sobre cómo pensaba a la Sudamérica independizada.
En todos los casos analizaron la figura de San Martín como un hombre de acción y político pragmático cuyo objetivo fundamental era la independencia política y económica de América, pero con matices respecto al tipo de gobierno que planteaba.
“La concepción de independencia hispanoamericana San Martín la trae desde España. Su punto de partida es conocer en sus últimos años en el ejército español cuál es la situación de los territorios americanos, unirse junto con otros en las famosas logias que (el venezolano Francisco de) Miranda organizaba en Londres”, recuerda la profesora de la Facultad de Filosofía y letras de la UBA Alejandra Pasino, quien indica que para el general “la cuestión de lo americano es muy fuerte”.
“Siempre hay que considerar que fue un militar que empezó su carrera casi de niño y que su acción política siempre estuvo vinculada a su carrera militar”, indica el profesor licenciado en Historia por la Universidad Nacional de Cuyo Pablo Camogli.
“Claro que toda acción militar es política y San Martín lo tenía claro. Toda su experiencia en el ámbito rioplatense, la formación del Ejército de los Andes, el cruce de los Andes, la liberación de Chile, la liberación de Perú, son acciones militares que tienen como fin político lograr la emancipación americana”, agrega y apunta que el general “prioriza el objetivo principal sobre cualquier otra cuestión y por ese lado se lo define como un político práctico, pragmático, que sin dejar de lado un lineamiento ideológico específico, hace todo lo posible para lograr el objetivo fundamental, que es la emancipación de América”.
En lo que hace a la organización política de la Sudamérica independizada, para la doctora en Historia por la UBA y autora del libro “San Martín. Una biografía política del Libertador”, Beatriz Bragoni, el general “pensó que las independencias no necesariamente tenían que tener un formato republicano, sino que la forma de gobierno más apta para las sociedades latinoamericanas en ese momento no era apropiado emular los pasos de la república norteamericana”, sino más bien una monarquía constitucional o atemperada, como se le decía en ese momento.
En ese sentido, Bragoni argumenta que “los experimentos republicanos ensayados en la América libre, entre 1811 y 1815, habían fracasado. Esos fracasos se los atribuía a que las sociedades no presentaban las condiciones para erigir república y que la rivalidad facciosa o de partidos era la que regaba inestabilidad en el orden político”.
Con una lectura similar, Camogli indica que “en términos generales, San Martín pensaba en una organización para Sudamérica que garantizara la unidad mayor a la individual de cada territorio y en ese sentido el proyecto por el cual se expresó con más fuerza era una monarquía constitucional, atemperada, que permitiera gobernar todos los territorios bajo una misma constitución, que permitiera asegurar la unidad por un lado y el orden por el otro, en un contexto donde a partir de 1820 estaban en un proceso de guerra civil acelerado y de descentralización que para San Martín era preocupante y que es lo que después va a configurar lo que hoy somos como territorio en cuanto a diez países divididos, a una balcanización del viejo imperio español”.
Al igual que Camogli, Pasino también define a San Martín como un “político práctico”, pero lo ve más flexible en cuanto a las formas de gobierno y el proyecto para la región al indicar que “lo que él piensa cuando arma el protectorado en Perú es una opción monárquica, porque piensa que dada las características de la sociedad peruana, tan polarizada en cuanto a la concentración de las riquezas como a la cuestión racial se resolvía de ese modo, situación distinta a la que ve en Chile: en una sociedad más homogénea, con menos cuestiones raciales”.
Por eso indica que “a diferencia de Bolívar, no plantea una cosa uniforme para todas esas regiones que después se convierten en estados independientes, pero los que unifica en una identidad contraria a España y que “puede pensar en la idea de una unidad latinoamericana, pero respetando las características de cada una de las regiones si no, no se le ocurre defender una república en Chile y una monarquía constitucional en Perú y huir -en el buen sentido- de los conflictos facciosos en la zona del Río de la Plata”.
Luego Bragoni agrega que San Martín también “tenía una concepción gradualista de la libertad”, donde “las libertades civiles ser garantizarse pero lo que debía bregarse era el orden social y político, por lo que la libertad debía ser progresiva, no necesariamente el punto de partida”.
Al respecto, pinta a un San Martín “partidario de la libertad de comercio y enfático defensor de los derechos de propiedad”, por lo que “es un personaje que piensa la política en términos conservadores”.
Por su lado, Camogli indica que San Martín “tenía un compromiso que era la defensa del derecho de tener un gobierno propio y a tomar sus propias decisiones con independencia de los intereses y necesidades de las grandes potencias” y que “cerca de esta emancipación tiene un manejo político, si se quiere, un poco prescindente sin desentenderse del todo, porque sus acciones como el exilio, el enfrentamiento con los dirigentes de Buenos Aires, la cercanía con Estanislao López -gobernador santafecino y perteneciente al partido federal-, y después lo que va a hacer en Europa para lograr el reconocimiento y el apoyo de la independencia y el respaldo que él va a tener a la política de Rosas y su búsqueda de soberanía ante los ataques anglo franceses y unitarios, muestran que esa famosa ‘presidencia’ no era tan así”.
La entrevista de Guayaquil
La famosa entrevista con Simón Bolívar tuvo lugar el 26 y 27 de julio de 1822. Por las diferencias entre ambos, San Martín renunció como protector de Perú y se fue a Chile, donde se quedó hasta enero de 1823 y de ahí fue a Mendoza. Impedido de ver a su esposa, Remedios de Escalada, quien estaba gravemente enferma en Buenos Aires, cuando esta muere termina por partir a Europa.
Respecto a la idea de Patria Grande, Pasino advierte que en línea con lo que venía argumentando que a diferencia de “esa identidad latinoamericana es tomada por Bolívar de otra manera, más allá de que en el momento del encuentro cuenta con un ejército y una legitimidad muy superior a la de San Martín, por eso San Martín da un paso al costado y más tarde Bolívar plantea el congreso de Panamá y la idea de una confederación de estados americanos. Eso en distintos momentos va a ser leído como la necesaria unidad de Hispanoamérica ante los países centrales, pero todo momento histórico tiene una recepción en distintos problemas”.
En ese sentido, Bragoni indica que San Martín “creía en un principio de cooperación y alianza entre los estados independientes que había contribuido a fundar, con grados de solidaridades diversas sobre la base de las independencias y de que cada uno debía fundar sus propios gobiernos. No pensaba en una unidad política sino en base a confederación de estados y también en varios puntos en común, como un gobierno representativo, que la libertad de comercio debía contribuir en la generación de riquezas en un plano de equiparación entre América y Europa, como un modo de desarrollo para no estar sometidos a lazos de subordinación”.
Camogli apunta también a las diferencias respecto al tipo de gobierno pero expresa que “en el resto tenían coincidencias básicas fundamentales, sobre todo con las obligaciones y derechos de esas organizaciones, que debían ser mediante una constitución y a cómo terminar la guerra de la independencia”.
Pero apunta que “el poder político y militar está en mano de Simón Bolívar, que viene con todo el apoyo de un ejército, de todo el Congreso de la Gran Colombia, mientras que San Martín llega sin ningún tipo de apoyo porque en el ámbito rioplantense hay gobiernos provinciales, la élite dirigente de Buenos Aires -que podría ser representante de un poder nacional- era su enemiga, en Chile su amigo y aliado Bernardo O’Higgins está a punto de perder el gobierno por las internas en Santiago, lo mismo ocurre en Perú, donde el protectorado tiene muchas dificultades para desarrollarse. Esto es un poco lo que determina que decida retirarse del escenario militar de la guerra de la independencia para dejarle el camino a Bolívar, que es el que tiene las condiciones objetivas”.
Según Pasino la idea de Patria Grande en el general “es una construcción posterior de cuando se alude al americanismo de San Martín”, e indica que “hay un uso, que no está mal, para construir identidades, legitimar situaciones” en el que se apela “como pilares a San Martín y Bolívar, pero en sus propuestas concretas no va a aparecer”. Lo que sí ve es “la idea de unificar derechos en función de la de defensa de América”.