El amor por el deporte, el amor por el fútbol, no son sólo sentimientos de cariño, sino de compañerismo y pertenencia. Es algo que trasciende más allá de las edades, nacionalidades y demás.
Es por eso que el pasado sábado en un encuentro de inferiores de la Liga Rafaelina de Fútbol, cuando a un jugador del Centro Cultural, Deportivo y Biblioteca Aldao se le rompieron los botines el árbitro no dudo en preguntar qué sucedía, y cuando le dijeron lo acontecido ni lo pensó, se sacó su calzado y se lo dio al deportista para que pudiera continuar con el partido.
El juez de línea Sergio Arrieta luego de tremendo acto de bondad terminó dirigiendo el resto del partido en medias.
Arrieta agregó: “Pregunté y me dijeron que calzaba 42 así que ni lo dudé, me saqué los míos que son 43 y se los di para que pudiera seguir jugando”.
Sin lugar a dudas que lo que pasa dentro de las canchas es mucho más que personas corriendo tras una pelota, si no que es una gran familia unida por esa misma pelota y el amor hacia esta disciplina que con tanto orgullo y afecto empeñan.