Mientras la temporada de invierno 2021 rompió un nuevo récord de visitantes en Miramar de Ansenuza, una polémica de vieja data se reactivó a partir de un mito que sigue vivo en la región con uno de sus atractivos turísticos: el Gran Hotel Viena.
Max Pahlke, nieto de Max Emilio Germán Pahlke, el empresario que construyó el hotel en Miramar de Ansenuza Córdoba, niega la supuesta vinculación con el nacionalsocialismo alemán que atribuyen investigadores, guías y habitantes del pueblo. “Es una farsa. Mi familia repudiaba al nazismo. Quiero recuperar la propiedad para volver a abrirlo y generar fuentes de trabajo”, afirma en una entrevista a Maximiliano Mannarino en INFOBAE.
Según investigadores, guías del lugar y habitantes, este gigante erigido en la punta del pueblo del Miramar -hoy en ruinas- está íntimamente ligado al nazismo: desde la construcción del mismo hasta la sospecha que allí no sólo fueron a rehabilitarse criminales de guerra sino que albergó, al menos, una visita del mismísimo Adolf Hitler.
Sin embargo –como quedó asentado en una nota anterior publicada por este medio- no hay foto ni filmaciones como tampoco registro en las actas del hotel ni otro documento histórico que respalde el mito. Sobre esa base, el nieto de Máximo Emilio Germán Pahlke, empresario que construyó el hotel en los ’40, desmiente de plano la vinculación de su familia con el régimen nacionalsocialista. Otro ingrediente para la polémica es que la Municipalidad de Miramar y la firma Wandorf Company SA, creada por Máximo Pahlke (hijo) en 1965, discuten actualmente en la Justicia la posesión de ese antiguo complejo turístico.
De hecho, hay un juicio de desalojo en curso iniciado por la familia Pahlke.
Allí, en la portada, se encarga de aclarar su posición: “En este sitio intentaremos develar una historia no tan oscura como se pretende sino oscurecida por distintos intereses non sanctos para lucrar con la buena fe de los turistas e intentar apropiarse de un predio que tiene un dueño legítimo avalado por toda la documentación correspondiente. No menos grave es el difundir mentiras para asociar a una familia buena y honesta con el régimen Nacional Socialista alemán. Creemos que se trata simplemente de una patraña para atraer turistas a la localidad. No hace falta mentir para atraer gente a la maravilla natural de la laguna y menos todavía seguir insistiendo en el falso pasado. Miramar vale la pena y sobre todo hay que trabajar para construir nuevos servicios y atracciones verdaderas”.
Max Pahlke recibe a Infobae y dice que hace años está en litigio judicial contra el municipio de Miramar y la Asociación Civil Amigos del Gran Hotel Viena. “El nazismo es uno de los peores delitos de la historia”, afirma su abogado, Nicolás Scarinci. “Hay que ponerse un segundo en el lugar de Max -agrega-. Sus hijos han tenidos problemas en el colegio, los discriminaron”.
Max Pahlke toma la palabra y cuenta la historia de su familia. “Mis abuelos no simpatizaron nunca con el nacionalsocialismo. De hecho, mi abuelo vino a la Argentina en 1904, o sea, bastante distante con la fecha en la que comenzó el partido alemán. Cuando empieza la Segunda Guerra Mundial ellos deciden quedarse en Argentina, porque hasta ese momento habían estado yendo y viniendo entre nuestro país y Alemania. Los viajes no eran tan fáciles como hoy, que en 15 horas estás en Alemania. De hecho, en el barco llevaban una vaca, la ordeñaban para tener leche fresca, y cuando llegaban, se la comían. Ese era el proceso de un viaje para venir a la Argentina”.
Ante la pregunta sobre lo que dicen investigadores y guías del hotel, que aseguran dicha conexión, Pahlke lo niego por completo. “Por ejemplo, se dice que había vajilla con la cruz esvástica y es una vil mentira. Nunca existió eso. Tengo vajilla del Hotel Viena en casa. El hotel no fue construido por alemanes que simpatizaban con el nazismo, es algo falso. Toda esa leyenda se construyó porque le conviene al pueblo. Sino, no tendrían las visitas guiadas al hotel y todas esas cosas”.
Max -que es hijo único- dice que de chico iba asiduamente a veranear al Gran Hotel Viena y nunca vio a un criminal de guerra nazi paseando por los pasillos. “En ese entonces viajaba con mi papá, conocía gente del pueblo -continúa Max, que es licenciado en Administración-. Que Perón haya estado en el hotel, puede ser, ¿pero con Hitler? Los viajes eran bastantes complicados en aquella época, y más en el contexto de una guerra. No sé. Toda esta gente juega con que Hitler estuvo acá, es bastante fantasioso, ¿no? Totalmente polémico. ¿No parece liviano que no haya fotos de soldados? ¿De dónde sacan que Hitler dijo que la puesta de sol de Miramar era maravillosa? Quiero que me muestren una sola prueba”.
Recuerda perfectamente el funcionamiento del hotel en los ’70, pese a que era un niño. “No vi ningún refugiado nazi que haya sido empleado del hotel ni del casino municipal, que después de la inundación se mudó al Viena. Es cierto que era chico y no podía entrar al casino, igual nunca se comentó eso. Es un disparate pensar que soldados alemanes después de la batalla de Stalingrado hubieran viajado especialmente para atenderse en Córdoba. Claramente se habrían muerto en el camino. Era un viaje de dos meses. Son locuras. Además, el Gran Hotel Viena fue el hotel 105 de Miramar, era una zona que estaba llena de hospedajes”.
Agrega que no da crédito a la teoría de que el edificio se construyó en un lugar apartado y que por eso era un sitio excepcional, exclusivo, que se abastecía a sí mismo con todo tipo de servicios. “Miramar era la Mar del Plata de ahora en aquella época. No sé de dónde salió que el hotel se financió con un crédito de 25 millones de dólares. Te cuento cómo fue la historia: mi abuela tenía un problema de piel y se fue a curar a la laguna. Le gustó. Y con el tiempo se asoció con lo que se llamaba Pensión Viena y a partir de ahí empezaron a construir el hotel. Fue hecho por etapas”.
Sobre el financiamiento del hotel, que investigadores asociaron al nazismo, fue tajante. “A vos te va bien con 20 cuartos, entonces después decidis agrandarlo. Como mis abuelos no necesitaban el dinero del hotel para vivir, entonces lo usaban como una reinversión. Por eso lo fueron construyendo por partes”.
En ese sentido, Max Pahlke afirma que todo lo que se escribió sobre el Gran Hotel Viena en relación al nexo con el nacionalsocialismo es parte de una ficción. “¿Sabés quién paga los impuestos? Yo. Tengo la escritura, todos los papeles a nombre de Wandorf Inversora. El hotel me pertenece, no está en mi poder porque hay una usurpación municipal. Tenemos una acción de desalojo hace muchos años contra la municipalidad. Ellos dicen que el hotel se abandonó pero nosotros contamos con un documento, que es un comodato firmado por el intendente municipal. Ese documento dice que yo les prestaba el hotel por un tiempo y después me lo tenían que devolver. Están las firmas”.
Insiste, en efecto, con el perjuicio que, según él, afecta a su familia. “Soy una víctima. Yo puedo escribir teatro, poemas, novelas, pero si no tengo ninguna evidencia, nada puedo probar. Esa es la bronca que me da, que por toda esa ficción me han quitado el hotel. Le han alquilado el hotel a Ricardo Arjona para hacer un video por una fortuna. Lucran constantemente. Y encima el hotel está en pésimo estado, no se puede usar ni para visitas”.
Sobre las visitas guiadas que se organizan todos los días en el Viena -tanto diurnas como nocturnas- aclaró que “no deberían meter gente ahí, hay riesgo de derrumbe”. Y se explayó: “Jugar con la supuesta visita de Hitler es muy fuerte. Se inventaron a ese personaje al que llamaron Martín Krueger, a quien pusieron como el jefe de seguridad del hotel asociado al nazismo. Que trabajaran alemanes en el hotel es lógico, los italianos bailaban la tarantela, todos estaban unidos en sus comunidades”.
Acerca de sus abuelos dice que eran simples empresarios y que Perón echó a su abuelo de Argentina. Le mandó un telegrama diciéndole: “Abandone su puesto”.
“Si mi abuelo era nazi, no habría vuelto a Alemania -agrega-. Y fue para allá y luego murió en Frankfurt”.
En relación al vínculo de su abuelo con Mannesmann AG, la empresa alemana que fue favorecida por el nazismo, dio su propia versión. “Mi abuelo era empleado de Mannesmann, hizo las alcantarillas en todo el norte argentino. Él había sido un mero contratado. Pero no me consta que todos los empleados eran nazis. A mi abuelo le regalaron un plato cuando se jubiló. Es mentira que recibió un crédito para financiar el hotel por su vinculación con Mannesmann, no tuvo nada que ver con su ideología”.
“Quiero recuperar el hotel, estamos en tratativas para volver a abrirlo y dar fuentes de trabajo genuino. Todos se quieren quedar con el hotel, las visitas guiadas no son gratis. Ellos no tienen derecho a lucro. Y no hubo abandono. Mis abuelos lo cerraron cerca de 1950 porque tuvieron un conflicto, dejaron todo inventariado. En 1962 se reabre un ala y fue un éxito bárbaro. Y después hubo un administrador que empezó a saquear. Después se vuelve a cerrar y quedan los caseros hasta 1977, cuando fue la inundación. Me fui con mis compañeros de la primaria al hotel de viaje de egresados, tengo los mejores recuerdos. Era un hotel normal, muy austero, tipo hospital, porque era tipo Spa, pero nada que ver la relación con refugiados nazis”, finaliza el heredero.
Fuente: Dario Perez Fmr