La secundaría es un proceso esencial en la vida y educación de cualquier ciudadano, así mismo, son muchos los que desisten y le restan importancia, para luego darse cuenta de la importancia de esta.
El caso de Tomas Álvarez, un joven de 23 años de la localidad de Luque que vive junto a su mamá (enfermera), papá (fumigador) y sus tres hermanos menores, es el claro ejemplo.
La decisión de abandonar sus estudios vino aparejada de un mal desempeño académico, pero también de una propuesta laboral de su tío, quien lo empleó algún tiempo, y en este proceso el joven no tardó en emocionarse con la retribución monetaria.
Así mismo, sus planes no salieron como esperaba, ya que luego de tomar esa decisión, trabajó en algunas fábricas y también como albañil. Pero fue en 2019 que una baja laboral lo dejó sin empleo por 3 años.
Fue en aquel momento que Tomás empezó a reflexionar sobre su vida y a donde quería llegar en un futuro, resurgiendo en ese momento el deseo de volver a estudiar.
“En esos años no lo quería reconocer. Para qué voy a hacer el secundario si estaba cómodo, no aspiraba a nada. Finalmente, me cayó la ficha y choqué muy fuerte contra la pared”.
No obstante, fue su sueño por ser bombero el que lo inspiró para acabar con su escolaridad, puesto que sin el secundario completo no podría hacerlo. Ante esta disyuntiva, Álvarez logró darle valor a la educación y optó por finalizar aquello que le quedaba inconcluso.
Actualmente, el joven trabaja en la construcción de postes de hormigón, y es en sus ratos libres que se dedica a estudiar para cumplir su sueño.
“El día de mañana, quiero tener una vida tranquila y tratar de renegar poco con el tema del trabajo”, expresó el joven.
Además, manifestó su deseo de querer algún día ser jefe del cuartel. Para ello, mientras estudia para terminar el secundario, también lo hace para rendir el examen que le otorga el ascenso para ser suboficial.