Pese al supuesto aumento de la tasa de empleo, acompañado de una crecida económica y por supuesto, menor porcentaje de desempleo, el INDEC informó recientemente que el índice de pobreza alcanzó al 39,2 por ciento de la población económicamente activa en el segundo semestre del año pasado, por encima del 37,3 por ciento de igual período del 2021.
Así mismo, se dice que la indigencia bajó mínimamente de 8,2 a 8,1 por ciento en el mismo lapso. Con relación al primer semestre de 2022, la pobreza trepó del 36,5 al 39,2 por ciento y la indigencia se redujo del 8,8 al 8.1 por ciento.
Sin embargo, las cifras que generan un mayor grado de preocupación son que con una población estimada en 46,2 millones de habitantes, dichos números implican que 18,1 millones de personas están por debajo de la línea de la pobreza y, dentro de ellos, 3,7 millones son indigentes.
Esto es debido a que la pobreza se disparó de la mano de la aceleración de la inflación, que trepó 94,8 por ciento luego de haber subido 50,9 por ciento en 2021.
Si procedemos a analizar el impacto por grupo etario, se destaca que un poco más de la mitad (54,2 por ciento) de las personas de 0 a 14 años son pobres. Entre los jóvenes de 15 a 29 años ese porcentaje es del 45 por ciento y entre los que tienen entre 30 y 64 años baja al 35 por ciento. Por último, entre la población de 65 años y más, el 14,5 por ciento se ubicó bajo la línea de pobreza.